Tratando el tema del liderazgo, se nos presentó un ejercicio tipo cuestionario. Este nos permitió realizar un autodiagnóstico sobre nuestra actitud a la hora de delegar.
Rellenamos el cuestionario, el cual constaba de treinta afirmaciones y cinco respuestas válidas para cada afirmación, de manera individual. Después, puntuamos las respuestas que estaban divididas en dos tablas: la A donde las ideas eran favorables a la delegación y la B donde eran contrarias. Finalmente, obtuvimos la puntuación global sumando los totales de cada tabla.
Mi puntuación global fue quince. Esto significa que, al situarme entre cero y treinta, “manifiesto cierta disposición para el ejercicio de la delegación. No obstante, todavía tengo un amplio margen para potenciarla”.

Pues bien, navegando sin barco pero con rumbo en Internet, encontré un interesante artículo que habla sobre las cinco tareas que un jefe no debería delegar, estas son las siguientes:
1. Definir y potenciar una cultura corporativa.
2. Dedicar tiempo a evaluar, reclutar y desarrollar a los colaboradores.
3. Cultivar la confianza y los canales de comunicación.
4. Hacer trabajar al equipo sincronizadamente.
5. Inmiscuirse cuando se presente conflictos.
Estoy totalmente de acuerdo en que si un buen directivo se involucrara en este tipo de funciones en lugar de derivarlas a otros, se lograría una mayor productividad empresarial. Y lo mismo ocurriría si interpretáramos esta información en el campo de la docencia: el profesor que aplicase estas tareas lograría una mayor productividad escolar.
Si queréis leer más sobre el artículo del que os he hablado clicad en el link.
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