jueves, 1 de septiembre de 2011

¡Atención!

El otro día Albert pasó un vídeo y nos pidió que siguiéramos las siguientes indicaciones: observar el vídeo y contar el número de veces que el equipo blanco se pasa la pelota.

Después de ver el video, se lanza la pregunta: “¿cuántas veces se ha pasado la pelota el equipo blanco?”. No obstante, esta pregunta no es la interesante, ya que se trata de una “pregunta trampa” que se utiliza para desorientar la atención.

La gran pregunta es: “¿has visto el mono?”. “¿El mono?” se pregunta uno así mismo con cara de confusión que, poc a poc, como las gallinas, se va transformando en signo de interrogación. Obviamente, si no has sido capaz de detectar el mono, no entiendes nada de nada hasta que no vuelves a ver el vídeo otra vez. Esto es lo que nos pasó a la gran mayoría de la clase.

A la capacidad que explica este hecho se le llama atención. Los objetos se perciben a través de los sentidos y se procesa la información recibida para darle un significado. A este proceso mental se le llama percepción y no es más que un proceso de selección. A ésta selección de estímulos se le llama atención. La atención es una especie de filtro de la información y un mecanismo de alerta ante los datos importantes.




Los factores de la atención se dividen en: externos (intensidad, tamaño, color, …) e internos (necesidad biológica y los intereses sociales). Otros fenómenos que influyen en la atención son: la atención aumenta ante estímulos agradables, la atención disminuye ante estímulos desagradables, dejamos de prestar atención a experiencias familiares o repetitivas, esto se le llama habituación.

La atención puede ser de dos tipos: sostenida/global o selectiva. Así pues, la atención selectiva es la habilidad de una persona para   responder a los aspectos esenciales de una tarea  o situación y pasar por alto o abstenerse de hacer caso a aquellas que son irrelevantes (Kirby y Grimley, 1992).

Los profesionales del campo de la enseñanza debemos de ser conscientes de este hecho tan importante. En un momento dado, los alumnos pueden pasar por alto una serie de acontecimientos relevantes que suceden dentro del aula. Por una parte, es lógico y hasta común que esto suceda, puesto que así trabaja nuestra percepción. No obstante, todo llevado al extremo es contraproducente, así que no está de más prestar especial atención, valga la redundancia, para poder detectar necesidades que nuestro alumnado pueda tener respecto al tema.


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