En el vídeo “No me molestes, mamá. Estoy aprendiendo” vemos la entrevista que Eduardo Punset realiza a Marc Prensky, experto en educación del futuro que se dedica a reformar las aulas y los sistemas educativos actuales. Prensky opina que la educación requiere una revolución. Según él, llegará un momento en el que el sistema educativo de hoy en día dejará de existir para dar paso a una educación más tecnológica e innovadora.
La tecnología, variada y mutante, está en todas partes, en todas menos en el aula. Los nativos tecnológicos no necesitan aprender a utilizar las nuevas tecnologías porque han nacido rodeados de ellas. En cambio, el docente sí que tiene la obligación de aprender a utilizarlas, más tarde o más temprano, para satisfacer las demandas escolares, puesto que, dentro del contexto de enseñanza-aprendizaje, es el alumno el que exige al profesor cómo quiere ser enseñado: a través de una pizarra digital, un ordenador portátil, etc. Y es que la tecnología en la educación será esencial en el día de mañana.

Está claro, hoy en día el protagonista de su propia educación es el alumno. Por este motivo, el docente tiene que prestar especial atención a sus necesidades y saber encontrar los motivos e intereses que empujan al alumno a “hacer”. Por ejemplo, si a un estudiante le motiva hacer actividades de matemáticas utilizando una PDI, el trabajo del docente consistirá en ser capaz de detectar este hecho y, seguidamente, proporcionar lo necesario para abarcarlo, sin miedo a dejar de lado el método tradicional (libreta, lápiz y goma), que conduce, generalmente, al aburrimiento y a la desmotivación del alumnado. Si, por el contrario, el profesor no se adecúa al alumno en cuanto a sus necesidades de aprendizaje, el trabajo de aquél quedará obsoleto y, lo que resulta más contraproducente todavía, repercutirá directa y negativamente en la educación de éste.

Es obvio, la mayoría de las aulas de nuestros colegios necesitan un cambio urgente porque el sistema educativo actual no funciona. Actualmente, vivimos en dos siglos a la vez, en el s. XIX y en el s. XXI. Y yo me pregunto; ¿qué se puede hacer para lograr una mejora? En la actualidad, hay en el mercado un sinfín de tecnologías, pero en las escuelas no hay un profesor que enseñe a pensar, crear, analizar, evaluar, usar, etc. Ante todo, se requiere un
change of mind antes de pasar a la acción. Es decir, para actuar e intentar cambiar las cosas, primero hemos de ser conscientes de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, detectar las necesidades y, después, suplirlas. Todo ello requiere una dedicación especial y un trabajo constante.
Como futura maestra, creo que el trabajo en equipo de todos los miembros implicados en el proceso aprendizaje-enseñanza, así como su compromiso profesional y la competitividad de cada uno de ellos, son factores vitales a tener en cuenta para la mejora de nuestro sistema educativo. En definitiva, hay que tener ganas de querer mejorar las cosas: reaccionando y accionando.
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